Leamos la historia de “La Rana de Kioto y la Rana de Osaka”.
Vayamos afuera e imaginemos que un punto es Osaka y otro Kioto. Podemos imaginar esos puntos en un árbol, un buzón de correo o una farola.
Ahora, demos saltitos entre nuestras dos ciudades imaginarias. ¿Cuántos saltitos necesitaremos dar para llegar de una ciudad a la otra?